Dilma Rousseff respira políticamente como un balón de oxígeno, pero no detiene su proceso de destitu
- La Voz De la Ciudad
- 18 oct 2015
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La presidenta Dilma Rousseff respira políticamente con un balón de oxígeno —logrado esta semana en la Corte Suprema— y todos se preguntan hasta cuándo seguirá conectada mientras las peticiones de «impeachment» continúen llegando al Congreso.
Detrás de ella y bajo la misma sombra peligrosa están el presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, su enemigo declarado, y el ex presidenteLuiz Inácio Lula da Silva, su padrino político, que resiste a todos los ataques y denuncias en su contra, gracias a lo que especialistas llamaron «efecto teflón».
Las denuncias contra Lula, sin embargo, lo golpean cada vez más bajo y esta semana han envuelto en la trama de corrupción a su hijo, Fabio Lula da Silva, y a su nuera. Según una investigación, ambos habrían recibido sobornos. Lula y sus abogados negaron las informaciones, que constarían en documentos, por ahora secretos.
El escándalo Lava Jato (lava coches), que estalló en abril del año pasado, es el peor ya conocido en la historia republicana del país. La fuente de desvíos a partir de la gigantesca estatal Petrobras, sirvió a políticos de todos los partidos, a empleados de la empresa, a banqueros, y a ejecutivos de las principales constructoras locales, que se beneficiaron con negocios en el país, en Iberoamérica y África, donde tenían contratos de cerca de 23.000 millones de dólares con la empresa estatal. Las constructoras eran, a su vez, las mayores donadoras de las campañas políticas.
Más de cien personas, entre políticos, ejecutivos y empresarios, se encuentran presos, entre ellos, el dueño de la constructora Odebrecht, Marcelo Odebrecht, el ex tesorero del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), João Vaccari Neto, y el ex mano derecha de Lula, José Dirceu.

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